martes, 16 de abril de 2013

No es posible ganar una discusión


En una plática comúnmente cometemos errores como por ejemplo ser el protagonista de la conversación de principio a fin, no dejar hablar a la otra persona o peor aun interrumpirla y no permitirle que termine su idea.
Digamos que esos son errores de mal gusto pero hasta cierto punto “normales” sobretodo en nuestras culturas latinas, donde el que se queda callado pierde u otorga (todavía no entiendo por qué el silencio otorga, jajaja). Uno de los peores errores que podemos hacer cuando estamos en una plática con varias personas es demostrarle a una de ellas que se equivoca, sobretodo cuando ni siquiera nos ha pedido nuestra opinión.

Si queremos agradar a una persona y acercarla a un pensamiento similar al nuestro, no debemos avergonzar a nadie, mucho menos frente a otras personas. ¿Por qué discutir con la persona? Hay que evitar lo más que se pueda los enfrentamientos innecesarios aun sobre asuntos importantes. Hay otras maneras a parte del “ángulo agudo” de resolver las circunstancias.
Creo que esta costumbre de discutir viene desde pequeñitos al ser rebeldes con nuestros padres, nuestros hermanos o cualquier otra persona que nos quisiera mandar.
A lo largo de nuestro crecimiento nos enseñan que debemos de argumentar las cuestiones en las cuales no estamos de acuerdo, de hacer valer nuestra voz, de tener voto en las reuniones. Y si, todo eso esta bien, pero debemos hacerlo sin quitar la dignidad a las personas.
Luego de muchas discusiones con familiares, novios, esposas, amigos, compañeros de trabajo y amigos se puede llegar a la conclusión de que sólo hay un modo de sacar la mejor parte de una discusión: EVITARLA. Evitarla como se evitaría una víbora de cascabel o un huracán.
NO SE PUEDE GANAR UNA DISCUSIÓN. Es imposible porque, si se pierde, ya está perdida; y si se gana, se pierde. ¿Por qué? Pues, supongamos que usted triunfa sobre el rival, que destruye sus argumentos y demuestra que es una persona que no sabe mucho. ¿Y qué? Se sentirá usted satisfecho. Pero ¿Y él? Le ha hecho sentirse inferior, ha lastimado su orgullo, ha hecho que se duela de ver que usted triunfa, y lo más importante: Un hombre convencido contra su voluntad sigue siendo de la misma opinión.
El problema no es que nos enseñen a hablar, nuestra misión inmediata es aprender a abstenerse de hablar y evitar las luchas verbales.
Supongamos que usted es un vendedor de autos de la marca W, llega donde un cliente potencial y le presenta el producto. Este le dice ¿Un carro W? No sirven para nada, yo no usaría uno aunque me lo regalaran. Compraré un auto marca X. Y usted como vendedor le responde “Amigo mío, el auto X es muy bueno, si lo compra no se arrepentirá. Los autos X son fabricados por una buena compañía”. El presunto comprador queda sin habla entonces. Ya no hay terreno para discutir. Si usted asiente, el cliente tiene que callarse. Entonces se abandona el tema del carro X y usted como vendedor empieza a hablar de las condiciones del auto W.
¡Cuántos años de vida no perdemos por discutir y pelear! Lo mejor es cerrar la boca, da mejor resultado. Puede usted tener razón, puede estar en lo cierto cuando discute; pero en cuanto a modificar el criterio del contendor lo mismo sería que se equivocara usted en los argumentos.
Recuerde que una de las mayores debilidades humanas más comunes es quererse sentir importante. Mientras se resuelve y se da una satisfacción a ese deseo de importancia de una persona, se DETIENE la discusión y se convierte (la persona) es un ser humano lleno de simpatía y bondad.
Recuerde la Regla 1 para lograr que los demás piensen como usted: LA ÚNICA FORMA DE SALIR GANANDO DE UNA DISCUSIÓN ES EVITÁNDOLA.
Proverbios 15:1 “La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor.”

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